16/04/2025

Canadá desafía a EE.UU. con un megaoleoducto de 25 mil millones: venderá petróleo directo a Asia y esquivará aranceles

En medio de crecientes tensiones comerciales con Estados Unidos, Canadá ha puesto en marcha una de las jugadas energéticas más ambiciosas de su historia reciente: la ampliación del oleoducto Trans Mountain, una obra colosal valorada en más de 25.000 millones de dólares que le permitirá enviar petróleo directamente a los gigantes asiáticos sin depender de su vecino del sur. Con esta estrategia, el país no solo gana independencia energética, sino que también esquiva posibles aranceles que amenazaban con afectar su economía.

Hasta ahora, el 98% del crudo canadiense se destinaba a refinerías estadounidenses ubicadas en el Medio Oeste, las Montañas Rocosas y la Costa del Golfo. Esta excesiva dependencia había convertido al país en rehén de las políticas proteccionistas de Washington, que ya había insinuado la posibilidad de imponer un arancel del 10% al petróleo canadiense. Ante este escenario, Ottawa decidió dar un paso firme: diversificar sus mercados y apuntar hacia Asia, donde la demanda de energía sigue en ascenso constante.

La expansión del oleoducto Trans Mountain triplica su capacidad de transporte, pasando de 300.000 a 900.000 barriles diarios. El ducto conecta directamente las arenas bituminosas de Alberta con el puerto de Burnaby, en la costa del Pacífico, abriendo la puerta para exportaciones masivas hacia países como China, India y Japón. Esta nueva ruta comercial marca un giro en la geopolítica energética de América del Norte y fortalece el posicionamiento de Canadá como un actor independiente en el mercado global.

El proyecto no ha estado exento de controversias. En 2018, tras la retirada de inversores privados por motivos legales, técnicos y sociales, el gobierno de Justin Trudeau asumió el control y financió la totalidad de la obra. La decisión provocó un intenso debate interno: ambientalistas, comunidades indígenas y autoridades locales se opusieron con fuerza, alegando riesgos ecológicos y falta de consulta. Sin embargo, el gobierno defendió la inversión como una apuesta por el crecimiento económico, proyectando beneficios por más de 83.000 millones de dólares, tanto en aportaciones fiscales como en ingresos para los productores de crudo.

Además del Trans Mountain, Canadá ya contempla la reactivación de otros proyectos energéticos de gran escala como Northern Gateway y Energy East. Si se concretan, estos proyectos podrían reforzar aún más la autonomía energética del país y diversificar aún más su base de clientes internacionales.

La nueva infraestructura representa mucho más que un simple conducto de petróleo. Es una declaración de principios frente al proteccionismo estadounidense, una respuesta pragmática a la demanda global y una herramienta para salvaguardar el futuro económico de una nación rica en recursos naturales. Canadá ha apostado fuerte por su soberanía energética, y lo ha hecho con una tubería que no solo transporta crudo, sino también una ambición geopolítica muy clara.