En una oda a la precisión histórica y al espíritu competitivo de las carreras clásicas, el Ford Escort Alan Mann 68 Edition emerge como una joya mecánica destinada a conmover a los más puristas del automovilismo. Concebido por Boreham Motorworks, este modelo no es un simple restomod ni una reinterpretación estilizada: es una réplica construida desde cero con fidelidad absoluta al Escort Mk1 que brilló en las pistas bajo la dirección del legendario Alan Mann Racing en 1968.
Cada unidad ha sido ensamblada con un rigor técnico casi quirúrgico. Para lograrlo, el equipo recurrió a procesos de ingeniería inversa, escaneando pieza por pieza de los modelos originales, reproduciendo componentes con una obsesión por el detalle que roza la artesanía. El resultado es un vehículo que no solo luce como su antecesor de competición, sino que también vibra con la misma esencia, entregando una experiencia de conducción tan cruda como auténtica.




Debajo del capó late un corazón mecánico que hace honor a su linaje: un motor de 1.8 litros con doble árbol de levas que produce 205 caballos de fuerza, acoplado a una caja manual de cuatro velocidades que exige al conductor involucrarse por completo en cada cambio. Con un peso en seco de apenas 795 kilogramos, el Escort Alan Mann 68 Edition entrega una relación peso-potencia formidable que se traduce en agilidad, precisión y una conexión visceral con el asfalto.
El exterior es un guiño nostálgico a los días gloriosos del automovilismo británico. Las salpicaderas tipo “bubble arches”, la geometría compacta del chasís y la emblemática pintura en rojo y dorado evocan al instante los trazos inconfundibles de las pistas europeas de los años sesenta. Todo está ahí: la silueta, los emblemas, las proporciones. No hay concesiones a la modernidad visual. Es una cápsula del tiempo, restaurada con maestría.
Por dentro, el minimalismo domina con autoridad. No hay pantallas, asistentes electrónicos ni lujos innecesarios. La dirección no está asistida, los frenos no tienen ABS, y cada vibración, cada curva, cada sonido mecánico es transmitido sin filtro alguno. El conductor no es un pasajero con volante: es el alma del vehículo, en una danza precisa entre hombre y máquina, sin distracciones ni concesiones.



Solo se fabricarán 24 unidades en todo el mundo, lo que garantiza su exclusividad no solo como objeto de deseo, sino también como testimonio tangible de una época en la que las carreras eran una mezcla de coraje, ingeniería y pasión pura. No es solo un coche. Es una pieza viva de historia, un tributo a aquellos que hicieron del asfalto su campo de batalla y del volante su estandarte.
El Ford Escort Alan Mann 68 Edition no busca romper récords ni competir con la última tecnología. Su misión es mucho más noble: revivir el arte de conducir como se hacía cuando las manos llevaban guantes de piel y el rugido del motor era la única sinfonía necesaria. Para los afortunados que logren tener uno en su cochera, será más que un vehículo: será un legado, una experiencia, una máquina hecha con alma.
More Stories
RAM 1500 2026 con motor V8 HEMI: el ícono de potencia regresa a México
Porsche Design Roadster Aluminum: lujo portátil con alma del 911 Targa
Praga Bohema: el hiperdeportivo checo que casi destrona al Aston Martin Valkyrie en el circuito de Top Gear