El Rally de Portugal 2025, celebrado del 15 al 18 de mayo, dejó más que polvo, emoción y victorias: también expuso un tema candente que ha cobrado fuerza en el paddock del WRC. Varios pilotos alzaron la voz en contra de la intensidad del itinerario, acusando que la acumulación de etapas y la falta de pausas adecuadas están comprometiendo no solo su rendimiento, sino también su seguridad. La reacción no pasó desapercibida, y tanto la FIA como los organizadores del campeonato ya han iniciado conversaciones para replantear el diseño de las futuras competencias.
Este año, el Rally de Portugal incrementó la carga respecto a su edición anterior, sumando dos tramos adicionales y elevando el total a 24 especiales con más de 344 kilómetros cronometrados. El resultado fue un fin de semana extenuante, donde la combinación de calor, tramos largos y jornadas extensas llevó a varios competidores al límite físico y mental. Las críticas se centraron en la densidad del cronograma y la escasa oportunidad de recuperación entre etapas, algo que muchos consideraron incompatible con los estándares de seguridad que un campeonato del mundo debería garantizar.

Los pilotos, cada vez más vocales en asuntos que afectan su integridad y la calidad de la competencia, no solo se quejaron del cansancio acumulado, sino también de la falta de previsión en la logística del rally. Algunos señalaron que los desplazamientos entre tramos, los horarios nocturnos y la presión constante por cumplir con las hojas de ruta provocaron un nivel de estrés que afecta directamente el nivel de concentración al volante, en un deporte donde un error de milésimas puede ser fatal.
Ante estas preocupaciones, la FIA reconoció la necesidad de revisar el planteamiento de los rallies modernos. En coordinación con el promotor del WRC, ya se estudian propuestas para equilibrar el espectáculo y el desafío deportivo con una mayor atención al bienestar de los pilotos. Entre las medidas que están sobre la mesa se incluyen la redistribución de las etapas a lo largo de los días, la posible reducción de kilometraje acumulado y la optimización de los tiempos de enlace y descanso.

Esta discusión no es aislada. Se suma a otras tensiones recientes entre los competidores y las autoridades del campeonato, como las sanciones percibidas como excesivas y la falta de claridad en ciertos procedimientos reglamentarios. Todo esto ha abierto un debate más amplio sobre el rumbo del WRC, su formato actual y las condiciones a las que se enfrentan los protagonistas.
El caso del Rally de Portugal 2025 podría ser un punto de inflexión. Las voces del paddock piden modernización, no solo en lo técnico o en lo mediático, sino también en la gestión humana de una disciplina que, por su naturaleza, ya implica riesgos extremos. Replantear los horarios no es simplemente un gesto logístico; es una forma de reafirmar que el WRC, además de espectacular, puede ser justo, responsable y sostenible para quienes lo hacen posible.
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