Hay autos rápidos. Y luego está el Praga Bohema. Este hiperdeportivo checo, casi desconocido para el gran público hasta hace poco, acaba de rozar la gloria en uno de los circuitos más emblemáticos del automovilismo mediático: la pista de Top Gear. Con un tiempo de vuelta de apenas 1:09.8 minutos, el Bohema quedó a solo una décima de segundo de batir el récord del todopoderoso Aston Martin Valkyrie, que ostenta la marca con 1:09.7.
Lo más sorprendente es que el Bohema lo hizo sin trucos ni configuraciones extremas. Pilotado por Ben Collins —sí, el mítico “Stig” de Top Gear—, el auto rodó con neumáticos de calle y sin ninguna modificación especial, lo que hace aún más impactante su desempeño. En esas condiciones, logró convertirse en el auto de combustión más rápido en la historia del circuito británico.

El secreto de su velocidad no está en la potencia bruta, sino en la precisión quirúrgica con la que ha sido concebido. Bajo su piel de fibra de carbono se esconde un motor V6 biturbo de 3.8 litros, derivado del Nissan GT-R pero modificado a fondo por Praga. Con turbos a medida, lubricación por cárter seco y escape de titanio, este propulsor entrega 700 hp y 725 Nm de par, gestionados por una caja secuencial de seis velocidades.
Pero lo que realmente lo hace volar es su ligereza. Con menos de 1,043 kg de peso y una carga aerodinámica que alcanza los 900 kg a 250 km/h, el Bohema es una obra de ingeniería pensada para fundirse con la pista. No necesita más caballos que el Valkyrie (que desarrolla 1,140 hp gracias a su tren motriz híbrido) porque simplemente se comporta como una extensión del cuerpo del piloto.

La producción del Praga Bohema será limitada a solo 89 unidades, lo que asegura su exclusividad y lo convierte, desde ya, en una joya de colección para los verdaderos fanáticos del alto rendimiento. Pero más allá del número, su legado ya está escrito: es uno de los pocos autos capaces de mirar de frente al Aston Martin Valkyrie y no pestañear.
El Bohema no es solo rápido. Es una declaración de principios: demuestra que con diseño inteligente, peso contenido y una ejecución impecable, un hiperdeportivo checo puede competir —y casi vencer— a uno de los mejores autos que el mundo ha visto en los últimos años.
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