Antes de que Marc Márquez se convirtiera en el símbolo del retorno triunfal en MotoGP, hubo otra leyenda que escribió una de las páginas más dramáticas del deporte: Mick Doohan. Casi pierde la pierna en un accidente en Assen 1992, pasó por múltiples cirugías y enfrentó riesgos extremos, pero consiguió regresar para dominar la categoría 500 cc durante años consecutivos.
El golpe ocurrió cuando su Honda se deslizó por una mancha de aceite en la grava durante entrenamientos del sábado. La fractura de tibia con desplazamiento fue tan grave que los médicos advirtieron: si no mejoraba en 24 horas podrían tener que amputarle la pierna. Pero Doohan no cedió. Fue trasladado bajo cuidados extremos, sometido a varias intervenciones y llevado a Italia bajo atención especializada para estabilizar su estado.
Apenas unas semanas después, en Brasil, reapareció en la pista. No estaba en condiciones físicas óptimas, su pierna estaba todavía infectada, pero logró completar la carrera. No sumó puntos, pero para él esa vuelta fue una victoria simbólica. Su determinación le permitió mantenerse en la lucha por el campeonato hasta Sudáfrica, donde aseguraron que Wayne Rainey se coronara campeón con su rendimiento constante.
Aunque no venció aquel año, el retorno puso los cimientos de lo que vendría. En 1994 emergió una versión más fuerte: con una pierna que aún quedaba torcida, pero con un espíritu indomable, Doohan ganó cinco campeonato mundiales consecutivos entre 1994 y 1998. Logró 44 victorias, 61 podios y 43 poles en solo 71 competencias.
La historia de Mick Doohan no fue solo una hazaña deportiva; fue un acto de superación frente a lo que muchos creían imposible. Hoy su regreso sigue siendo un referente para pilotos como Marc Márquez que buscan rehacerse tras la adversidad.
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