Durante años, una de las principales dudas en torno a los autos eléctricos ha sido el costo de mantenimiento, en particular el reemplazo de sus baterías. Sin embargo, nuevas proyecciones del sector automotriz están revirtiendo esa percepción: reemplazar una batería de auto eléctrico ya es, en muchos casos, más barato que reparar o cambiar un motor de combustión interna.
Según estimaciones actualizadas, el costo promedio por kilowatt-hora (kWh) de las baterías ha caído drásticamente y se espera que siga bajando en los próximos años. Para 2026, el precio podría situarse en 80 dólares por kWh, y para 2030, alcanzar los 64 dólares. Esto significa que, por ejemplo, una batería de 100 kWh —capacidad típica de un SUV eléctrico de alto rendimiento— podría costar apenas 5,000 dólares, es decir, alrededor de 96,000 pesos mexicanos. En el caso de una batería de 75 kWh, el costo se estima en unos 3,000 dólares, aproximadamente 58,000 pesos.
Estas cifras son comparables, e incluso inferiores, a lo que hoy cuesta una reparación mayor o el cambio completo de un motor de gasolina. De acuerdo con diversas consultoras del sector, un motor térmico puede requerir inversiones que van desde los 4,000 hasta los 10,000 dólares, dependiendo del tipo de vehículo y la magnitud del daño. Con la aceleración tecnológica y la masificación de los autos eléctricos, las baterías comienzan a tener una ventaja clara en términos de economía a largo plazo.
Entre los factores clave detrás de esta caída de precios se encuentran la adopción de baterías LFP (litio-ferrofosfato), que no requieren níquel ni cobalto —dos de los materiales más costosos y conflictivos de la cadena de suministro—; la sobreoferta global de celdas de batería; y las economías de escala que permiten a los fabricantes reducir costos conforme aumentan los volúmenes de producción.
Además, la industria está encontrando valor en las baterías usadas. Muchas de las baterías que se retiran de los autos no se desechan, sino que se reutilizan en aplicaciones estacionarias de almacenamiento de energía. Este “segundo uso” reduce el impacto económico del reemplazo, ya que los talleres o fabricantes pueden recuperar parte del valor de la batería original. Se espera que para 2030 este mercado de reutilización esté tan desarrollado que abarate aún más el costo neto del mantenimiento.
Hoy en día, los reemplazos fuera de garantía pueden costar entre 5,000 y 16,000 dólares, dependiendo del fabricante y la capacidad del paquete. Pero a medida que las tecnologías se estabilizan, la tendencia es clara: cada año será más accesible mantener un auto eléctrico, incluso si requiere un cambio de batería. En contraste, los motores térmicos seguirán enfrentando altos costos por componentes mecánicos, mano de obra y emisiones.
En un panorama donde los precios energéticos, la eficiencia tecnológica y las regulaciones ambientales están redefiniendo el mercado automotriz, los vehículos eléctricos comienzan a ofrecer una ventaja cada vez más difícil de ignorar. No solo consumen menos energía, también empiezan a ser más baratos de reparar. El futuro ya no es solo eléctrico, también es más económico.
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