Estados Unidos ha impuesto un nuevo arancel del 93.5 % al grafito natural proveniente de China, una medida que sacude directamente la cadena de suministro global de baterías para vehículos eléctricos. Esta decisión, tomada como parte de una política de defensa comercial, busca reducir la dependencia de insumos críticos provenientes del gigante asiático, pero genera inquietud en la industria por sus implicaciones en los costos y la producción.
El grafito es un elemento esencial para la fabricación de ánodos en las baterías de ion-litio, y China ha sido durante años el principal proveedor global. Se estima que aproximadamente dos tercios del grafito que importa Estados Unidos proviene de ese país, lo que convierte esta nueva tasa en un golpe considerable para múltiples sectores tecnológicos y automotrices.
Los nuevos aranceles se suman a otras tarifas ya existentes, lo que podría elevar el arancel total hasta cerca del 160 %. En términos económicos, este ajuste representaría un incremento de hasta 7 dólares por kilowatt-hora en el costo de producción de una batería, una cifra significativa si se considera que el valor promedio del crédito fiscal federal por vehículo eléctrico en Estados Unidos es de 35 dólares por kilowatt-hora.
Fabricantes como Tesla, Panasonic y otros actores clave del sector han expresado su preocupación, señalando que la industria local aún no está lista para sustituir la calidad ni el volumen del grafito que China exporta. Además, el aumento de costos podría repercutir directamente en los precios al consumidor y ralentizar la adopción masiva de vehículos eléctricos en mercados clave.
El Departamento de Comercio norteamericano justificó la medida como una acción preventiva contra prácticas de dumping, asegurando que China ha estado vendiendo grafito por debajo de su valor de producción, lo cual afectaría la competitividad de los productores estadounidenses. No obstante, asociaciones industriales y analistas han advertido que esta política podría tener efectos contraproducentes en el corto plazo, especialmente en un momento donde la transición energética requiere mayor impulso y no mayores barreras.
Los aranceles aún son preliminares y podrían modificarse antes de la resolución definitiva prevista para diciembre de este año. Mientras tanto, diversas empresas están evaluando nuevas estrategias para diversificar sus cadenas de suministro, buscar proveedores alternativos en África, Canadá y América del Sur, e incluso impulsar la producción nacional mediante subsidios e incentivos gubernamentales.
Esta decisión evidencia cómo la disputa comercial entre Estados Unidos y China se ha trasladado a los materiales estratégicos, impactando de forma directa a una industria que se considera fundamental para el futuro energético global. La electrificación automotriz, lejos de desacelerarse, deberá adaptarse a una nueva realidad de mayores costos, presión política y reajuste en la logística global de sus componentes esenciales.
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