06/06/2025

El Mercedes Clase G eléctrico fracasa en ventas: los clientes aún prefieren el rugido de la gasolina

Lo que prometía ser un paso audaz hacia el futuro eléctrico de los todoterrenos de lujo ha terminado siendo, al menos por ahora, un tropiezo importante para Mercedes-Benz. El G 580 con tecnología EQ, la versión completamente eléctrica del emblemático Clase G, ha resultado ser un fracaso comercial desde su lanzamiento en abril de 2024. A pesar de su diseño robusto, tecnología avanzada y las altas expectativas generadas, las ventas han sido considerablemente bajas, dejando claro que la electrificación aún no conquista a los puristas de este icónico modelo.

En los primeros doce meses desde su presentación, apenas se han vendido 1,450 unidades del G 580 eléctrico en Europa. En comparación, su contraparte con motor de combustión interna ha colocado 9,700 unidades en el mismo periodo, reflejando una diferencia abismal que pone en evidencia las reticencias del mercado ante el cambio.

Entre las razones de este bajo desempeño comercial destaca, en primer lugar, su elevado precio. El Mercedes G 580 EQ parte desde los 142,621 euros en Alemania, una cifra que supera notablemente a la versión de gasolina, sin que los beneficios percibidos justifiquen el sobreprecio para muchos potenciales compradores. A esto se suma su autonomía, limitada a 473 kilómetros bajo el ciclo WLTP, una cifra que, si bien suficiente para el uso urbano, se queda corta frente a las expectativas de quienes buscan prestaciones robustas en vehículos de este calibre.

Sin embargo, el obstáculo más difícil de superar parece ser emocional y cultural: muchos de los compradores tradicionales del Clase G no solo adquieren un vehículo por sus capacidades técnicas, sino por la experiencia sensorial que representa conducirlo. El sonido, la respuesta del motor, la tradición del todoterreno. En palabras simples: el alma de este modelo sigue estando, para la mayoría, ligada al rugido del motor de combustión.



A esto se añade que más del 90% de los Clase G vendidos no se utilizan realmente en condiciones off-road. Por tanto, las avanzadas capacidades todoterreno del G 580 eléctrico, si bien admirables, no son un factor determinante para la mayoría de sus compradores, que ven en este modelo un símbolo de estatus y estilo, más que una herramienta de exploración.

Ante este escenario, Mercedes-Benz se ve obligada a reconsiderar su estrategia. El fracaso del G 580 ha encendido señales de alerta, especialmente de cara al desarrollo del llamado “Little G”, una versión más compacta del Clase G prevista para 2027. Aunque inicialmente se contempló que esta nueva variante sería únicamente eléctrica, la marca estaría valorando ofrecer versiones con motorización tradicional para responder mejor a la demanda real del mercado.

Pese al revés, la firma de la estrella no abandona su hoja de ruta hacia la electrificación. Mercedes-Benz mantiene su compromiso con una gama diversa, que en los próximos años incluirá tanto modelos totalmente eléctricos como versiones a gasolina optimizadas, adaptándose a los ritmos y preferencias de sus clientes globales.

El caso del G 580 EQ deja una lección clara: la transición energética en el sector automotriz no es un camino recto ni inmediato. Modelos con fuerte carga simbólica y emocional, como el Clase G, requieren algo más que tecnología para conquistar a su público. El desafío no es solo cambiar el tren motriz, sino transformar toda una narrativa de marca que ha sido construida, durante décadas, sobre el poder y el sonido de los motores tradicionales. Y eso, evidentemente, llevará más tiempo del previsto.