17/07/2025

Singer: la marca que convierte cada Porsche 911 en una obra de arte sobre ruedas

Singer Vehicle Design no es una fábrica, es un templo. Un taller donde el Porsche 911, concretamente el mítico 964, no se restaura: se reimagina. Cada unidad que sale de sus instalaciones es el resultado de miles de horas de trabajo obsesivo, donde cada tornillo, cada costura y cada línea de diseño han sido pensadas para rendir homenaje al pasado, con tecnología y materiales del futuro.

La empresa nació en Los Ángeles en 2009 bajo la visión de Rob Dickinson, un exmúsico convertido en visionario automotriz. Su idea era simple pero ambiciosa: tomar un 911 clásico y llevarlo al límite del rendimiento, sin sacrificar la estética atemporal que lo ha convertido en un ícono del automovilismo. Lo logró. Y lo sigue haciendo.



Cada proyecto comienza con un 911 de la generación 964. Se desmonta hasta el último tornillo y se reconstruye a mano, reemplazando elementos clave con piezas de fibra de carbono, incorporando motores flat-six refrigerados por aire que pueden ir desde los 390 hasta los más de 700 caballos de fuerza, desarrollados junto a nombres legendarios de la ingeniería automotriz. Todo es ajustado al gusto del cliente: desde la posición del pedal, el diseño del tablero, el color exacto del cuero, hasta las costuras del volante. Nada se deja al azar.

Las variantes que Singer ha presentado hasta ahora parecen sacadas de un sueño. El Classic Study mantiene la esencia más pura de los 911, mientras que el Dynamics & Lightweighting Study, desarrollado junto a Williams, empuja la ligereza y aerodinámica a un nuevo nivel. El Turbo Study y su versión más salvaje, el DLS Turbo, convierten al 911 en una bestia con alma vintage y cuerpo de titanio. Y para los amantes de la aventura, el All-Terrain Competition Study transforma al clásico en un rally car con tracción total, jaula de seguridad y espíritu Dakar.

Pero lo que hace únicos a los Singer no es solo la potencia ni la fibra de carbono. Es la dedicación artística con la que se conciben. Son autos que no buscan romper cronómetros en pista, sino provocar emociones en carretera. Cada Singer tiene una historia, una identidad, una firma. Y eso los convierte en algo más que coches: son piezas de colección funcionales, hechas para ser conducidas, admiradas y soñadas.



Singer no fabrica en serie. No vende a concesionarios. No repite creaciones. Cada unidad es única, exclusiva, irrepetible. Su precio, que suele superar el millón de dólares, no es solo por la máquina. Es por la experiencia de tener algo hecho para ti, por ti, y contigo. Y eso, en el mundo del automóvil, es tan raro como valioso.

Singer ha logrado lo imposible: hacer del Porsche 911 un objeto todavía más deseado. No lo cambia, lo perfecciona. Y al hacerlo, lo inmortaliza.