La categoría IndyCar se prepara para un cambio radical en su estructura técnica con el desarrollo de un nuevo monoplaza que debutará oficialmente en la temporada 2028. Este coche marcará el reemplazo definitivo del actual Dallara DW12, que ha estado en uso desde 2012, y traerá consigo una evolución significativa en rendimiento, eficiencia y seguridad.
El diseño y la fabricación estarán nuevamente a cargo de Dallara, proveedor histórico de la serie, mientras que componentes clave como la caja de cambios estarán en manos de Xtrac, con un sistema rediseñado que reduce 11 kilogramos respecto al actual. En total, el nuevo auto será entre 38 y 45 kilos más ligero que su predecesor, lo que representa una mejora clave en agilidad y eficiencia de combustible. El sistema de frenos continuará siendo provisto por Performance Friction Corporation, manteniendo una base confiable en el apartado mecánico.

Uno de los mayores avances será el nuevo tren motriz. La cilindrada del motor aumentará de 2.2 a 2.4 litros, manteniendo su arquitectura V6 twin-turbo, ahora complementada con un sistema híbrido mejorado que ofrecerá más torque, mayor potencia y una entrega eléctrica más extendida, asegurando una experiencia de manejo más intensa y sostenible. Con este cambio, la categoría reafirma su compromiso por combinar espectáculo y tecnología, sin alejarse del carácter competitivo que la define.
En materia de seguridad, el monoplaza incorporará un arco antivuelco rediseñado, cabina de nueva arquitectura más ergonómica, aeroscreen y nuevos estándares estructurales para proteger mejor al piloto en situaciones de impacto. Se busca no solo mayor robustez, sino también mejoras en la visibilidad y el confort de conducción.
Desde la perspectiva aerodinámica, el coche conservará el ADN visual de IndyCar, pero con mejoras que le permitirán adaptarse a distintos tipos de trazado: superspeedways, óvalos cortos, circuitos callejeros y permanentes. Esta versatilidad forma parte del eje central de la nueva filosofía de diseño, junto con el objetivo de elevar la exigencia técnica para pilotos y equipos.

Las primeras pruebas físicas del nuevo modelo están calendarizadas para 2026, con una etapa de desarrollo intensiva que permitirá ajustar tanto el rendimiento como los aspectos mecánicos y aerodinámicos antes de su debut oficial dos años después.
Con este anuncio, IndyCar se posiciona de cara al futuro con una propuesta sólida que busca mejorar todos los aspectos de la competición: desde la experiencia de manejo hasta la seguridad y el espectáculo visual. El nuevo monoplaza no solo simboliza una renovación técnica, sino también una declaración de intenciones: llevar a la categoría hacia una nueva era sin perder su esencia agresiva, veloz y profundamente emocionante.
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