El Gran Premio de Azerbaiyán 2025 no solo trajo emoción en pista, también marcó un hito histórico para Carlos Sainz. Con su más reciente podio, el piloto madrileño entró en una estadística reservada a los más grandes: ha conseguido subir al podio con McLaren, Ferrari y Williams, exactamente en ese mismo orden, una hazaña que hasta ahora solo había logrado Alain Prost.
Sainz ya había demostrado su capacidad para adaptarse a equipos de distinto estilo y filosofía. Primero fue McLaren, donde mostró un crecimiento sólido que lo proyectó a Ferrari. Con la Scuderia conquistó podios memorables, consolidándose como uno de los pilotos más consistentes del campeonato. Ahora, en Williams, una escudería que atraviesa un proceso de resurgimiento, ha sumado un nuevo podio que lo coloca en un club exclusivo junto al cuatro veces campeón del mundo francés.
Las comparaciones con Prost no tardaron en aparecer. Prost, además de haber logrado podios con los tres equipos, consiguió ganar carreras con todos ellos y coronarse campeón del mundo tanto con McLaren como con Williams. Esa diferencia mantiene al francés en una dimensión legendaria. Sin embargo, lo de Sainz no deja de ser histórico: no se trata solo de subir al podio, sino de hacerlo en tres contextos distintos, con proyectos de diferente magnitud y en épocas muy dispares de la Fórmula 1.
El logro toma mayor relevancia cuando se piensa en la dificultad de adaptarse al presente de Williams. El equipo británico, que busca recuperar la gloria perdida de décadas pasadas, no siempre ha tenido el monoplaza más competitivo. Que Sainz haya llevado el coche al podio refleja tanto su madurez como su capacidad para exprimir el máximo de cualquier máquina que se le ponga en las manos.
Nigel Mansell pudo haber formado parte de este selecto grupo, pues también compitió para McLaren, Ferrari y Williams. Sin embargo, la falta de victorias con McLaren lo dejó fuera de esta estadística especial. Ese detalle convierte aún más en única la coincidencia entre Sainz y Prost.
Este resultado no solo engrandece la carrera de Sainz, también envía un mensaje claro: estamos ante un piloto capaz de dejar huella más allá de un solo equipo. Haber alcanzado esta marca lo posiciona como uno de los referentes de su generación, y aunque todavía le falta recorrer camino para acercarse al palmarés de Prost, lo conseguido en Bakú ya forma parte de la historia de la Fórmula 1.
Para Sainz, este podio representa mucho más que un trofeo. Es la confirmación de que su nombre empieza a escribirse en las páginas que hasta ahora solo ocupaban las leyendas. Y para los aficionados, es el recordatorio de que la Fórmula 1 no solo vive de campeonatos, sino también de estadísticas, momentos y gestas que construyen la narrativa de un deporte donde cada detalle cuenta.
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