El Gran Premio de Azerbaiyán 2025 dejó una escena atípica en Ferrari. Lewis Hamilton no acató una orden expresa del equipo para que su compañero Charles Leclerc le cediera la posición en la última vuelta, y la explicación del británico ha generado tanta polémica como simpatía. Lo que parecía un simple ajuste de estrategia terminó en un capítulo de tensión interna para la Scuderia.
Leclerc había salido delante de Hamilton a pesar de un golpe en clasificación, pero un problema intermitente con la recuperación de energía en su unidad de potencia le restó velocidad en las rectas. Para evitar un undercut de Lando Norris, Leclerc entró a pits muy temprano, lo que le obligó a completar un segundo tramo muy largo con neumáticos medios. Hamilton, en cambio, retrasó su parada varias vueltas y salió con gomas frescas para el cierre de la carrera.
Cuando Hamilton estaba más rápido, Ferrari dio la orden a Leclerc de dejarlo pasar, algo que Charles acató sin mayor resistencia. El británico intentó atacar a Norris, pero nunca estuvo lo suficientemente cerca como para lograrlo. En ese momento llegó la instrucción más delicada: devolver la posición a Leclerc en la última vuelta para maximizar los puntos del equipo. Hamilton, sin embargo, frenó tarde en el intento de ceder el lugar y se pasó por unas décimas, lo que terminó por impedir que la orden se cumpliera.

Fred Vasseur defendió la estrategia, explicando que el plan era aprovechar el mejor ritmo de Hamilton en ese tramo de carrera. Lewis, por su parte, reconoció después que cometió un error de cálculo al medir la línea de meta y su propio ritmo, asegurando que debió levantar un poco antes. Se disculpó con Leclerc, aunque el daño ya estaba hecho. Charles, aunque acató siempre lo que se le pidió, no ocultó su frustración por no poder contar con toda la potencia de su coche y por ver cómo se escapaba un resultado mejor.
Más allá de los puntos en disputa, lo ocurrido refleja un problema mayor para Ferrari. Cada error de comunicación, cada orden mal ejecutada y cada percepción de favoritismo entre pilotos termina minando la confianza interna. En una temporada donde cada detalle cuenta, perder claridad en la toma de decisiones puede ser tan costoso como un fallo mecánico.
El incidente deja abiertas varias preguntas: ¿habrá consecuencias internas para Hamilton?, ¿Leclerc pedirá mayor autonomía en el futuro?, ¿cómo manejará Ferrari la relación entre dos pilotos con tanta jerarquía? Lo cierto es que lo ocurrido en Bakú no pasará inadvertido y, aunque los puntos suman igual, el verdadero impacto está en lo invisible: la cohesión del equipo.
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